Amigos una disculpa adelantada porque serán
un par de posts largos, aún y cuando no me gusta hacerlo así, no sé ni por
donde empezar a escribir así que si se aburren, pueden ver namás las fotos jaja.
Creo que ya muchos saben de mis aventuras en
este país, pero pocas veces he compartido el por qué me enamoré de este sui
generis lugar del mundo. Todo empezó con un simple “Y si vamos a Marruecos?” de
mi ex, la verdad Marruecos no había estado en mi radar viajero, pero sí tenía
claro que durante mi estancia en España, tenía que cruzarme al continente
africano. Marruecos cobró fuerza en los planes dada la cercanía y facilidad de volar
desde Madrid y que además es relativamente barato.
Fue en el mes de Mayo del año 2011 cuando
abordé un avión Madrid – Marrakesh. Esa primera experiencia por falta de tiempo
(y dinero) sólo sería tres días en esta ciudad marroquí, pero con eso me bastó,
fue amor a primera vista…
Después de un par de horas de vuelo temprano
y por la diferencia horaria, estábamos ya instalados en nuestro Riad sobre el
medio día. Cabe resaltar que la onda en Marrakech es quedarse en un “Riad”, que
son antiguas casas que ahora están adaptadas para recibir turistas. Tienes
muchas ventajas hospedándote en riads, la primera es que estás dentro de la
Medina (Parte interna de la muralla), es decir, en lo mero bueno. Fuera de la
muralla puedes encontrar algunos monumentos, museos, etc. pero básicamente es
el Marruecos nuevo, el de los Mcdonald´s, las tiendas de marca, los hoteles de
lujo, a mi gusto el Marruecos no tan real. Un riad normalmente es manejado por
mujeres de una familia local, si acaso el hombre de la casa está en la
recepción o alguna tarea fácil, la mujer desafortunadamente en el mundo
musulmán no tiene una buena posición dentro de la sociedad cómo en el mundo
occidental. (Ya ven, cuídenos carajo!!)
Previamente ya había hecho una investigación
sobre que visitar en la ciudad, así que sin guía y con mapa en mano nos dimos
la primera escapada por el centro de Marrakech. Unos 38°C envolvían el
ambiente, cuestión que se soluciona de dos maneras: con un jugo de naranja de
la plaza (4 dirhams x vaso), o sentarte tranquilamente en un café a tomar una
coca o un té de menta. 10 dirhams (moneda marroquí) equivalen más o menos a un
euro para que se den idea del tipo de cambio y precios que mencionaré. Ese día
fue mi primer contacto con la plaza Djeema Fna, la plaza central de Marrakech,
era de día, por lo que lo único que pude ver fueron los puestos de jugos de
naranja, uno que otro “encantador” de serpientes y poca gente caminando por la
calle dado el calor. No tenía idea del cambio que pueda dar un lugar en tan
poco tiempo, la noche es una locura en la plaza… entraré a detalles más
adelante.
Ya era la hora de comer así que decidimos
sentarnos en un cafecito de los que dan a la plaza. Estos
cafecitos/restaurantes son considerados turísticos, por lo que son “caros”,
pero puedes encontrar algunas cosas locales y también pizzas para los que no se
quieran aventar a probar algo local. Pero al final una comida o cena no es
cara, saldrá en unos 20-25 euros para dos. Antes de regresar al hotel nos dimos
una rápida vuelta por la mezquita y su famoso minarete (torre), dio la
casualidad que justo en ese momento empezó a sonar en toda la ciudad el llamado
a rezar. A lo largo de toda la medina hay bocinas instaladas y suena una
persona orando el Corán y eso quiere decir que ya es hora de rezar para ellos,
sino mal recuerdo son 5 veces al día. Había gente entrando a la mezquita
vestida de blanco (hombres) y mujeres de negro. Hombres tienen su entrada
especial y mujeres por otro lado, desde luego no hay acceso para no musulmanes,
pero el sólo hecho de estar ahí viendo a las mujeres con burka, hombres de
blanco con un sombrerito peculiar, te da un poco de idea de lo que es esta religión,
la primera vez que lo vives, como que no logras entender que sucede, se siente
una vibra rara, no fea, simplemente diferente. Eso si, te sientes como bicho
raro, ya que tu eres el extraño ahí, desde luego hay más turistas pero son los
menos. Estaba obscureciendo por lo que decidimos ir al hotel a tomar una siesta
antes de regresar a la plaza por la noche.
De regreso a la plaza en la noche, la locura
total. Mi abuela diría que eso era un congal jajaja y se queda corto. Mucho
ruido, motos pasando, muchos locales de comida (buenísimos), hay gente
bailando, hay hombres con changos para que te tomes foto, víboras, hay peleas
de box callejeras (con todo y apuestas), carteristas (poco disimulados), cero
policía, algunos juegos como en una feria de aquí de México, y mucha, pero mucha
gente. Nos sentamos a cenar en uno de los puestecillos de la plaza, prácticamente
todos venden lo mismo. Sólo hay 3 tipos de puestos: los de la sopa de caracol
(como la canción), si de esos caracoles panteoneros, los de la sopa de una
mezcla rara de lentejas (de lo mejor que he comido en mi vida, neta) y todos los
demás venden unas brochetas de carne, pollo, etc, muy coloridos, prácticamente todos
venden lo mismo, y al mismo precio. Mi elección dentro de entre los muchos puestos
fue simplemente porque un chavo de un puesto me gritó: Tu México, Jorge
Campos!!, se ganó mi corazón jajajaja. Después de entrarle con singular alegría
a las banderillas, decidimos dar la vuelta por la plaza, hay carritos que
venden galletas, dátiles, etc. Desde luego niños pidiendo dinero, uno que otro
borrachin (es un mito eso de que los musulmanes no toman, yo hasta unas chelas
me eché con uno, detalles en la parte 2 jaja). Después de un rato de caos total,
a dormir.
Cuál fue mi sorpresa que a las 5am mientras
yo estaba plácidamente con Morfeo, comenzaron a sonar las oraciones en las
bocinas de la calle, no jodan. Yo no sabía que a esa hora sonaba, era como la
alarma sísmica pero en árabe. Por la mañana desayunamos en el riad, que es otra
de las ventajas, ya que si bien no es el gran desayuno, te ayuda para cargar
energía para unas cuantas horas. El desayuno se compone de un huevo duro, té de
menta (una delicia), pan, una especie de crepa dulce, mantequilla y mermelada
para untar, a veces te ponen dátiles y/o queso. Los desayunos los sirven en las
azoteas de los riads lo cual te da una vista normalmente espectacular de la
ciudad, un goce esos desayunos.
El día ya estaba “planeado”, tocaba ir
palacio Bali, a las tumbas saadíes y al jardín de Majouralle, ah y al camello.
Toda la arquitectura musulmana se me hace muy interesante, los detalles, las pinturas,
etc. Todos estos lugares antiguos están llenos de este tipo de cosas. Después
de recorrer los dos primeros lugares que están dentro de la medina, había que
salir, ya sea caminando, en carroza o en taxi para ir al jardín de majoruelle.
De ida decidimos ir en taxi y negociamos con ese mismo chofer que nos llevara a
donde hubiera camellos. Cabe resaltar que en Marruecos sólo hablan árabe y
francés, muy poca gente habla español o inglés. Es un poco frustrante luego
darte a entender o viceversa. Después del regateo necesario accedimos a que nos
llevara por la tarifa pactada, salimos de los jardines y nos llevó con uno de
sus amigos en las afueras de la ciudad al camello, desde luego siempre te ven
la cara de dólar o euro, siempre hay que regatear, siempre. De un precio de 60
euros por subirnos una hora, logré bajarlo a más de la mitad, pero si hay que
ponerse loco porque son bien pasaditos esos muchachos. Y bien, está cool
subirse al camello? NO, o sea está padre para la selfie, pero es más incómodo
que andar a caballo. La próxima vez que vaya no sé cómo aguantaré el tour al
desierto, son varias horas a camello… Ok ok, si es algo que tienes que hacer en
la vida, pero no es como lo pintan.
De regreso al hotel y visita a la plaza por
la noche, pero esta vez a uno de los cafés que tienen terraza con vista a la
plaza. Estos muchachos si se manchan un poco, te venden un té o refresco por 30
dirhams, es como tu cover, ya si quieres comer o algo más pues es aparte, pero
la verdad nadie come, más bien todos están viendo el atardecer y el pequeño
caos de la plaza pero ahora desde arriba. Al otro día un par de visitas rápidas
porque tocaba regresar a Madrid, después de un fugaz pero muy enriquecedor
viaje. Creo que a partir de aquí fue como surgió mi gusto por viajar y conocer
culturas diferentes a la nuestra.
Nunca me sentí inseguro, aún y cuando en todo
el viaje vi muy pocos policías…
Te cansa un poco el hecho de que todo mundo
te quiera sacar dinero, entiendo que vivan del turismo pero llega a ser
desgastante. El acoso de los vendedores fue lo único que no me gustó del viaje.
Hasta disfrutas el infernal calor jaja.
Continúa leyendo la parte 2...
Estás seguro que no fuiste a Iztapalapa???? jajajaja.
ResponderEliminarQué chido post mi Charlie. Saludos!